Demay Dem

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Demay Dem: Los origenes

El origen de Demay Dem fue, como muchos de los procesos creativos, una serie de acontecimientos evolutivos que culminaron en la concepción del comercio de telas que estáis visitando. Para determinar su génesis habría que remontarse hasta mi primer viaje a África. Mi primer encuentro con África sucedió por motivos laborales, soy topógrafo de profesión desde hace unos cuantos años; veo fútil aclarar la cantidad de tiempo que ejercí mi labor como agrimensor, pero solo recordar que cuando comencé existían las pesetas y España celebraba dos eventos importantes a nivel internacional. Como decía, me vi en la tesitura de viajar al continente africano en busca de sustento. Ese primer contacto tuvo lugar en Angola, país espectacular a la vez que caótico(en futuras entradas detallaré más sobre él) el primer impacto visual fue cuando el avión estaba aterrizando, en Angola a los barrios populares se les llama musseques, palabra que tiene su origen en una de las lenguas bantúes del país africano, en concreto del kimbundu, mu sekke significa barrio rojo o bermello, es el color típico de las casas rurales africanas debido a que su construcción se realiza con adobe, la tierra en África es en gran parte roja, es una de sus características esenciales. Los musseques son barrios compuestos por infinidad de casas sin orden aparente, construidas con los materiales más heterogéneos, adobe, bloques de hormigón, chapas de aluminio, fibrocemento y en general con cualquier elemento con el que poder erigir un hogar. Para mí fue un choque encontrarme volando entre ese mar de chapa rodeando el aeropuerto, visto con perspectiva quizás es que había viajado poco, no voy a entretenerme más sobre los contrastes de África pues como ya he comentado lo pormenorizaré en sucesivas entradas.

El caso es que me encontraba en África, aprovechando la ocasión y aplicando la curiosidad innata de cualquier persona, decidí indagar sobre la cultura, costumbres, tradiciones y rituales del lugar. Lo primero que hice, como haría cualquier viajante, fue ir en busca de souvenirs para mi regreso y agasajar a familiares y amigos con los tradicionales regalos navideños, recurriendo al conocimiento del medio por parte de la población nativa solicité ayuda a un colaborador de la empresa, Gilson que así se llama, fue el encargado de llevarme de compras al artesanato de Luanda; el artesanato de Luanda es un mercado de artesanía en donde encuentras infinidad de piezas elaboradas con madera de “pau preto“ del árbol del Mpingo, un árbol africano. Ajedreces, tallados de animales, el pensador (talla símbolo de Angola) y un montón de piezas diversas, además de las tallas también encuentras pinturas y tapices, y por supuesto telas, montones de telas de infinidad de colores, si yo pensaba en agasajar a mis familiares y amigos no pensaba en encontrarme rodeado de un sinfín de vendedores “agasajandome” a mí sin piedad sobre la bondad de sus productos, pero así es África, debido a mí inexperiencia del local no pude disfrutar como hubiese querido de las maravillas que se mostraban ante mis ojos, así que compré rápidamente lo que pude y salí huyendo como una gacela a la que persigue un león. No obstante quedó en mi memoria la imagen de aquellas telas de impresionantes coloridos, decidido a volver con fuerzas y energías renovadas para la próxima ocasión de retorno a España, esperé hasta la época estival y retorné al mercado ya con la sapiencia de unos meses transcurridos en tierras Angoleñas y con la suficiencia de quien cree que ya ha aprendido bastante, ingenuo de mí. Volví a ser agasajado por una multitud de vendedores ambulantes que esta vez se mostraron aún más inclementes con mi paciencia en la búsqueda de las deseadas telas, y aunque como ya he comentado los meses transcurridos en Angola no consiguieron inculcarme la sabiduría necesaria para afrontar las negociaciones con el temple adecuado, conseguí mi objetivo de adquirir cinco preciosos paños de telas Wax, hasta ese momento yo desconocía que significaba una tela Wax, para mí solo eran telas de unos colores deslumbrantes con los que poder vestir unas camisas y pantalones veraniegos.

Ya con los preciados tejidos en mis manos y de vuelta a España para las vacaciones veraniegas empecé una consulta entre las costureras de A Coruña con la sana intención de poder obtener las tan ansiadas prendas, pero su carga de trabajo y el precio que yo creía abusivo-desconocía por aquel entonces los pasos necesarios para la elaboración de una prenda-supusieron un freno en mi anhelo de conseguir las vestimentas para esa época. Quedó pues en suspenso el objetivo de confeccionar con aquellos magníficos paños de algodón los ropajes que tanto ansiaba, no solo para mí sino también para parte de mis familiares. Pero un germen se sembró en aquellos intentos infructuosos, una idea que bullía en mi cabeza por un tiempo, la de poder confeccionar yo personalmente la ropa y de esta manera asimismo aprender e introducirme en el atractivo mundo de la costura.

Pasó un tiempo hasta que terminó mi primera experiencia africana, retomé entonces aquella idea de adquirir los conocimientos sobre costura con la finalidad de por fin lograr las ya convertidas en dichosas prendas cuanto antes. De vuelta en España comenzó la pesquisa de un lugar donde poder instruirme, la búsqueda del centro educativo culmino en la academia Jofra de Coruña, lugar muy recomendable para aprender conocimientos costuriles. Canilla, bies, sobrehilado, piquete fueron términos que se añadieron a mi diccionario. Por motivos laborales pude regresar a África, en este caso a Senegal(también comentaré historias y anécdotas en futuras entradas) Allí conocí a Bilali Ba, persona imprescindible en la concreción de este proyecto-además de que fue de gran ayuda en mi estancia senegalesa- Fue él quien me puso en contacto con los proveedores para poder comprar las telas de las que ahora podemos disfrutar, y no solo las telas, también los demás artículos disponibles en Demay Dem. De regreso a España y no contento con aleccionarme en el universo de la costura y gracias a los consejos de mi profesora Josefa, decidí ampliar mis conocimientos al mundo del patronaje por ordenador. Pasaron los meses y a la par que nuestra instructora Cruz nos iluminaba en el complejo entorno del sistema Gerber, Bilali y yo nos esforzábamos en concretar ese germen, ese origen. La semilla estaba ya creciendo y convirtiéndose en la materialización de este sueño de compartir una parte de la cultura africana que tanto me había fascinado desde el primer momento que puse los pies en tierras Africanas.

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